
La tarde era mortalmente triste, yo estaba ¿o estoy? mortalmente triste. En eso un mensaje en mi celular: Levedad o peso? Café o ausencia?
Contesté café, pero estuve a punto de responder ausencia, supongo que el instinto de supervivencia me orilló a recapacitar. De inmediato fijamos lugar y hora.
EL dice que es aburrido, yo pienso que es interesante. Me gusta platicar con el. También está solo y no me refiero a soledad de pareja, sino a la que va más allá, la de sentirse solo en medio de un cuarto lleno de gente, mas por un momento me olvidé de todo y escuché con atención sus historias y el las mías y reímos.
Le platiqué de mi insomnio, de que no he podido dormir bien y que si por fin logro dormir tengo pesadillas, y me despierto agitada, que ya no es como antes que por más dura que fuera la realidad siempre tenia el consuelo de los sueños El consuelo de los desafortunados es el poder soñar y el me contestó con una frase de Homero: Todo mal es llevadero cuando se tiene un buen sueño.
Salimos del café compartido con dos cubitos de soledad y caminamos por la Plaza de la Libertad que estaba llena de gente que disfrutaba el fresco de la noche y de vendedores de globos y de burbujas, grandes y pequeñas que llenaban la atmósfera de magia de una forma onírica. También estaban dos señores gringos que curaban por medio de imposición de manos y oraciones, y ahí mismo una pequeña fila de personas que esperaban ser curadas. En eso apareció una señora a escena, ya grande, delgada y con bermuda, una pierna vendada y cargando bolsas de mandado, mi amigo me dijo:
-Esa señora se va a chingar a los gringuitos
-¿Por qué lo dices? pregunté
-Porque esa señora es vidente.
Y me contó que una vez estaba sentado en la plaza leyendo y esa señora se le acercó así de la nada y le dijo: Tu mamá está enferma de la pierna, y después se fue. Y que efectivamente su mamá está enferma de una pierna y que también a un amigo de él le había hecho un comentario que resultaba cierto. Así que me entró la curiosidad y le dije que nos sentáramos a ver. Nos sentamos en una jardinera y vimos como la señora tomaba su lugar en la fila.
Al fin tocó el turno de la señora y el gringo puso sus manos sobre la cabeza de la señora y empezó a hacer oración, pero de inmediato las quitó como si tocara algo hirviendo que lo quemara y le dijo que no podía.
La señora dio media vuelta, me miró y caminó hacia mi. Sentí como se me revolvia el estómago. Se paró frente a mi y mirándome a los ojos me dijo:
-A veces ya no sé por qué cierro y abro los ojos.
Llegué a mi casa, no tenía ganas de nada, ni siquiera de dormir, pero al final dormí, Morfeo me expulsó del sueño a punta de pesadillas, el mundo me pateó de la vida a punta de realidades. No hay escapatoria. A veces como hoy, ya no sé porqué cierro y abro los ojos.
Contesté café, pero estuve a punto de responder ausencia, supongo que el instinto de supervivencia me orilló a recapacitar. De inmediato fijamos lugar y hora.
EL dice que es aburrido, yo pienso que es interesante. Me gusta platicar con el. También está solo y no me refiero a soledad de pareja, sino a la que va más allá, la de sentirse solo en medio de un cuarto lleno de gente, mas por un momento me olvidé de todo y escuché con atención sus historias y el las mías y reímos.
Le platiqué de mi insomnio, de que no he podido dormir bien y que si por fin logro dormir tengo pesadillas, y me despierto agitada, que ya no es como antes que por más dura que fuera la realidad siempre tenia el consuelo de los sueños El consuelo de los desafortunados es el poder soñar y el me contestó con una frase de Homero: Todo mal es llevadero cuando se tiene un buen sueño.
Salimos del café compartido con dos cubitos de soledad y caminamos por la Plaza de la Libertad que estaba llena de gente que disfrutaba el fresco de la noche y de vendedores de globos y de burbujas, grandes y pequeñas que llenaban la atmósfera de magia de una forma onírica. También estaban dos señores gringos que curaban por medio de imposición de manos y oraciones, y ahí mismo una pequeña fila de personas que esperaban ser curadas. En eso apareció una señora a escena, ya grande, delgada y con bermuda, una pierna vendada y cargando bolsas de mandado, mi amigo me dijo:
-Esa señora se va a chingar a los gringuitos
-¿Por qué lo dices? pregunté
-Porque esa señora es vidente.
Y me contó que una vez estaba sentado en la plaza leyendo y esa señora se le acercó así de la nada y le dijo: Tu mamá está enferma de la pierna, y después se fue. Y que efectivamente su mamá está enferma de una pierna y que también a un amigo de él le había hecho un comentario que resultaba cierto. Así que me entró la curiosidad y le dije que nos sentáramos a ver. Nos sentamos en una jardinera y vimos como la señora tomaba su lugar en la fila.
Al fin tocó el turno de la señora y el gringo puso sus manos sobre la cabeza de la señora y empezó a hacer oración, pero de inmediato las quitó como si tocara algo hirviendo que lo quemara y le dijo que no podía.
La señora dio media vuelta, me miró y caminó hacia mi. Sentí como se me revolvia el estómago. Se paró frente a mi y mirándome a los ojos me dijo:
-A veces ya no sé por qué cierro y abro los ojos.
Llegué a mi casa, no tenía ganas de nada, ni siquiera de dormir, pero al final dormí, Morfeo me expulsó del sueño a punta de pesadillas, el mundo me pateó de la vida a punta de realidades. No hay escapatoria. A veces como hoy, ya no sé porqué cierro y abro los ojos.
1 comentario:
brindo por el día en que descubriste que escribir lo que te pasa puede ser reconfortante, brindo porque al hacerlo me das la oportunidad de sentir que tengo una amiga extraordinariamente sensible... te quiero y te admiro mucho , recuerdalo siempre... Liz
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