...y de nuevo el patàn asoma sus orejas...ay patàn, dulce patàn, irremediablemente patan, es la ultima vez que te dejo entrar...
Que facil es decir te amo, que facil decir no estoy seguro, y entre esas dos frases un mundo.
Ya no quiero màs de esto. Necesito urgentemente volver a usar la espada.
Srita Green con armadura nueva
lunes, diciembre 04, 2006
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1 comentario:
Las armaduras nuevas no funcionan, son a mí entender una alentadora invitación. Permítame explicarme. Todos tenemos o somos un Sr. Violeta o una Sra. Green y esto no es un decir, es casi un hecho científico. En todo caso, seguro habrá algún joven o peor aun, algún enamorado, que quiera refutar la oración inmediatamente anterior a esta. Dejémoslo entonces en que para efecto de que usted, cualquier otro que este en nuestra posición y su servilla, veamos mi punto, tomaremos la mencionada oración como una verdad absoluta.
Ese Sr. Violeta sabe su posición en este… llamémosle: “Juego”, y entiende su parte. No conforme con esto, entiende también la parte de la Sra. Green. La segunda, aunque parece no entender su parte, también la entiende. Si todos entendemos nuestras partes en este juego, entonces voy a la pregunta: ¿A quien culpar? ¿A nadie? Tomemos parte y vayámonos con el más débil. En este caso los denominados Sra. Green. ¿Por qué la parte más débil? Pues porque así lo parece.
Ya que hemos tomado partido, veamos la situación desde el punto de visto del favorecido por nuestra elección. Haya cada milquinientas el Sr. Violeta vuelve a cruzarse en la vida de nuestro favorito, se vale de galanterías, mañas o cualquier cosa que le parezcan excitantes a la Sra. Green. Conoce bien su trabajo, sabe los deseos y tormentos de su presa. La abraza lentamente en su hipnotizante danza y la termina devorando. La Sra. Green no sufre en el proceso, el sufrimiento viene después. Llega al ser evacuada del sistema del Sr. Violeta que mientras la digería, también la contagiaba de nuevas promesas y astutas legumbres mentales.
Queda entonces la maltratada victima a expensas del tiempo y de su culpa interna. Nuestra elegida se levanta un día y a determinada y cantante voz decide no volver a caer. Entonces se calza su nueva y mejorada armadura.
¡Error! Si yo fuera el Sr. Violeta, estaría feliz. Esa flamante armadura no seria para mi más que una invitación a un nuevo reto. Es el reto el que alimenta al Sr. Violeta que cansado de la cotidianidad de su vida, ve en esta hazaña de la Sra. Green, una nueva esperanza para la aventura.
Mi humilde opinión.
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