miércoles, abril 11, 2007

Sonrisa de clavos

La casa de Lucila, dijeron ellos, era un portal directo hacia una dimensiòn siniestra. No se sabe muy bien como fue que se produjo el enlace entre ambas coordenadas dimensionales, pero el asunto es que, con el cambio de milenio, las cosas en esa casa cambiaron para siempre.
Tampoco encontraron nunca, ni cerca, la puerta de acceso pero bastaba con quedarse una noche a dormir ahi para sentir un pie en el infierno. Ahi vivian personas muy especiales.
Los vecinos trastabillaban y la unica palabra que les surgìa era extraños, porque no podìan calificar de ninguna forma la manera de vivir que tenìan, ni siquiera especificar la personalidad de ninguno, salvo la del perro y todos coincidian en que era una excelente persona.